21 ago 2010

Mad Max 2, el guerrero de la carretera (Mad Max 2 aka The Road Warrior)


¿Quién dijo que segundas partes nunca fueron buenas? Mad Max 2, el guerrero de la carretera (Mad Max 2, George Miller, 1981) no sólo amplia el universo mostrado en la primera Mad Max: Salvajes de la autopista (Mad Max, 1979), sino que George Miller realizó una película que era mucho mejor que su primera incursión en las aventuras del ex policía de carretera "Mad" Max Rockatansky.

Mad Max era una cruda película en la que vemos como Max se venga de la pandilla de moteros salvajes que ha asesinado a su familia. Ambientada en un futuro de fecha incierta, la película mostraba como la criminalidad en las autopistas había aumentado de forma que era necesaria la creación de un cuerpo de policía especial dedicado exclusivamente a este tipo de delincuencia. Producción de bajo presupuesto, el tremendo éxito internacional que obtuvo (más importante aún teniendo en cuenta que la filmografía australiana es bastante desconocida) impulsó de forma inmediata que se hiciera una secuela.

Si bien al principio George Miller no estaba muy convencido de hacer la película debido a la cantidad de accidentes que habían tenido durante la realización de la primera, muy pronto se convenció y se puso en marcha Mad Max 2, conocida en Estados Unidos simplemente como The Road Warrior. Estrenada en 1981, fue una de las producciones más caras hechas en Australia y también de las más provechosas.

El guión de Miller, Terry Hayes y Brian Hannant convierte el mundo de Mad Max en un futuro postapocalíptico en el que un conflicto nuclear ha destruido la sociedad tal y como la conocíamos. Bandas de vagabundos y salvajes recorren las autopistas buscando el bien más preciado: la gasolina. Max (Mel Gibson) se ha convertido en un vagabundo, viajando por la carretera acompañado de su perro y sin otro objetivo que ir pasando los días. Es entonces cuando tropieza con un campamento que tiene una refinería y está siendo sitiado por un pequeño ejército de salvajes. Para conseguir la gasolina que necesita para su coche, el último de los V8 Interceptors, ofrecerá sus servicios a los sitiados.

Aunque ambientada en el futuro, las claves argumentales tanto de la primera como de la segunda entrega de Mad Max las encontramos en el western. Su estética bebe del punk y el cine de terror, pero se podrían sustituir fácilmente las motos y coches por caballos. Max, al igual que muchos héroes del western, no habla mucho, lo justo para hacer un trato. Es una de las razones por las que la película conserva su fuerza, la manera como Miller nos cuenta la historia usando las imágenes y no los diálogos. Además de dotar a la película de un ritmo frenético, especialmente en su tramo final.

Otra de las razones por las que la película se mantiene tan bien es la fabulosa banda sonora que compuso Brian May (nada que ver con el guitarrista de Queen). Una banda sonora que le da un aire épico y heroico a la película. La grandeza de la banda sonora resalta más cuando, como hemos dicho, gran parte de la película transcurre sin diálogo.

Esta gran película fue luego seguida por la tercera entrega de la serie: Mad Max, más allá de la cúpula del trueno (Mad Max Beyond Thunderdome, 1985). Una secuela más floja por la insistencia de los estudios americanos de que George Miller atenuara la violencia de las anteriores entregas e hiciera una película más apta para todos los públicos. Así, la película, codirigida por George Ogilvie, tiene cosas interesantes pero resulta demasiado "light". George Miller anunció hace poco que, tras años de retraso, se ponía en marcha la cuarta entrega de las aventuras de Mad Max: Mad Max: Fury Road que esperemos sea mejor que la tercera.
En resumen, The Road Warrior es una de las escasas ocasiones en las que la segunda parte es mejor que la primera. Imagino que muchos ya la habéis visto, pero para aquellos que tengan la suerte de verla por primera vez que se preparen para un viaje movidito.

1 comentarios:

Javier Simpson dijo...

Muy bueno, Raül... en esta decimos cosas bastante similares.
Es cierto, la tercera la quisieron hacer para todos los públicos, y el Espíritu de la saga se pierde casi por completo... es mucho más descafeinada.

Las partes de Mad Max en las que no hay diálogos son increíbles... es un cine súper poderoso visualmente. Saluditos, Raül.