29 dic 2010

Hedwig and the Angry Inch



La verdad es que no estaba preparado. No estaba preparado en absoluto.

Fue junio del 2004, cuando las primeras turistas aparecen vistiendo camisetas transparentes, paseando por el centro. La Facultat de Filologia de la Universitat de Barcelona se encuentra en la plaza Universitat, en una zona rodeada de bares y tiendas de fotocopias. Cerca, varios cines y librerías. Y bajando la calle Pelayo llegas al Fnac-El Triangle, una zona dedicada al consumo. Normalmente iba allí entre clase y clase o al acabar y antes de volver a casa para ver si encontraba algo interesante.

Era un hermoso día, que diría Lou Reed. Y sin ninguna preocupación en el mundo me fui al Fnac a ver si me compraba algo. Me encontré con Hedwig and the Angry Inch (John Cameron Mitchell, 2001). No había visto la película pero me sonaba la obra en que se basaba, se había representado no hacía mucho en Barcelona en la sala La Paloma. Me la compré siguiendo un impulso, siempre estoy atento a mis impulsos.

Así que llegué a casa. Le quité cuidadosamente el plástico a la película y lo guardé junto a la factura, por si acaso estaba defectuosa. Conecté el Home Cinema y puse la película. Y todo fue bien. Todo fue bien hasta que la película llegó al minuto 13, segundo 13.

Fue como si de repente la película se hubiese parado para hablarme directamente. Un impacto emocional que me golpeó con una fuerza de 20 megatones. Aniquilación total. Me sentí como la maldita Roberta Flack.

Oh, y lo estaba llevando tan bien.

Poco a poco me fui recuperando y pude seguir la película sin problemas. Desde entonces, Hedwig ha tenido una profunda resonancia emocional para mí. Por eso, aunque me gusta mucho, no la veo muy a menudo. Pero la veo, con un placer casi masoquista.

Siempre me gustaron los musicales por su surrealismo y absurdidad: un montón de gente que empieza a cantar a la vez, a expresarse a través de canciones. La música me emociona con mucha facilidad. La primera vez que vi The Wall también me dejó echo polvo. Y no es que me sintiera particularmente identificado con la historia de Hedwig pero sí con algunos sentimientos allí expresados.

Hedwig and the Angry Inch nace de la mezcla de la sensibilidad del teatro, proporcionada por John Cameron Mitchell, y la fuerza punk-rock, proporcionada por Stephen Trask. Mitchell escribió una obra inspirada en las historias que contaba una conocida suya, Trask escribió las canciones de la obra. Tuvo un rápido éxito en el Off Broadway, el circuito de teatros independientes. Su popularidad le abrió la posibilidad de ser convertida en película.

Escrita, dirigida y protagonizada por John Cameron Mitchell (repitiendo como Hedwig), con la música de Stephen Trask, la película es bastante diferente de la obra original. Mientras que la obra de teatro transcurre durante una actuación de Hedwig, la película adopta un estilo narrativo más cinematográfico con diferentes localizaciones y tiempos narrativos. La diferencia más significativa está en el final: mientras que en la obra de teatro se revela que Hedwig y Tommy Gnosis son la misma persona (spoiler); la película adopta en su tramo final un tono diferente del resto de la película, que sigue una narrativa más o menos convencional, para entrar en un terreno más simbólico y abierto a la interpretación del espectador.

Así, destaca el cambio súbito que se hace en cuanto a la narrativa, pero no resulta forzado ni extraño. El espectador se ve en la necesidad de interpretar las escenas simbólicas en lugar de ser testimonio pasivo de lo que sucede en pantalla. Algo que encuentro particularmente estimulante y placentero.

La música también es diferente en la película y la banda sonora de la misma. Mitchell y Trask acordaron que la música tuviera un tono más crudo y roquero en la película y más cercano al musical en la banda sonora. La popularidad de la obra y el culto formado a su alrededor hizo que, aparte de la banda sonora de la película y el disco con la música original de la obra, se editase un disco titulado Wig In A Box. Éste fue un disco benéfico en el cual varias bandas versionan canciones de la obra, de Rufus Wainwright a The Breeders, e incluye una canción nueva de Trask cantada por Mitchell.

8 comentarios:

Javier Simpson dijo...

Suena bien, tu crítica, a parte de que suene bien la música de esta peli con esta gente tan conocida. A ver si la consigo, Raül. Feliz año, querido :-)

Raúl Calvo dijo...

Esta peli se ha de ver con el volumen muy alto! Feliz año!

ATTICUS dijo...

No paras de sorprenderme Raul,la verdad es que esta pelicula no se me ocurriria ni leer nada de ella,
y eso que me a mi tambien me encantan los musicales.Te doy un 10por atreverte a comprartela.
Por cierto he visto a el actor
Michael Pitt,que ya hizo una pelicula inspirada en Kurt Cobain.
Y ahora me esta sorprendiendo en la serie que me estoy grabando de Canal +,"Boardwalk Empire".
Feliz año.

Raúl Calvo dijo...

Atticus, no entiendo pq esa animadversión contra la peli, ni siquiera leer sobre ella? ;D Es un film muy interesante conceptualmente y narrativamente, es ideal para fanáticos del cine. Nunca hay que fiarse de las apariencias.

ATTICUS dijo...

Tienes razon Raul, su pinta no me ayudo a darle un voto de confiancia
,se la dare,pero no voy a ser tan valiente como tu y comprarmela.
De todas formas no le tengo ninguna
animadversión contra la peli ni
mucho menos.La vere,en serio.

Perradesatan dijo...

ME-ENCANTA-ESTA-PELÍCULA

Javier Simpson dijo...

Qué formanto de blog tan way te has marcado, Raül, con todos esos posters en pequeñito! Me gusta, no lo cambies nunca :-)

Raúl Calvo dijo...

Bea, me encanta que te encante ;D

Javi, la verdad es que pensaba cambiarlo. Eso sí, sólo los carteles que salen pero manteniendo el modelo.