30 jun 2011

El díptico musical de John Waters


Tras el éxito de Hairspray, fiebre de los 60 (Hairspray, 1988), John Waters salió del ambiente independiente y estuvo trabajando con grandes estudios durante una breve temporada. La primera película resultado de este cambio fue Cry Baby - El lágrima (Cry-Baby, 1990). Waters ha comentado que fue la primera y única vez que varios grandes estudios se pelearon por producir un guion suyo. Y a pesar de que trabajaba para un estudio, Waters continuó siendo fiel a si mismo y en este filme de nostálgica naturaleza siguen apareciendo los temas habituales en su obra. Pero Hairspray y Cry-Baby tienen toda una serie de cosas en común que las unen entre sí, además del hecho de que ambas han sido convertidas en musicales de Broadway.

He de decir que me gusta John Waters, no tanto sus películas. Waters es tremendamente hilarante, culto e inteligente. Sus entrevistas y libros son siempre interesantes y nunca aburren. Sin embargo, sus películas no me han acabado de convencer, sólo hay cuatro de las 16 que ha dirigido que realmente me han gustado, de dos de las cuales os hablaré hoy.


Hairspray transcurre a principios de los años 60, su protagonista es la joven Tracy Turnblad (Ricky Lake) que iniciará una fiebre por el baile que desencadenará en un movimiento anti-segregacionista.

Cry-Baby transcurre durante mediados de los 50, sus protagonistas son Cry-Baby (Johnny Depp) y Allison Vernon-Williams (Amy Locane): un rebelde y una pija, el romance entre ambos se convierte en una lucha de clases.

Los temas que ambas tienen en común con el resto de las películas del director de Baltimore son el amor de Waters por los personajes extraños, los fuera de la sociedad, los rechazados y todos aquellos que no se ajusten a los parámetros impuestos por la sociedad "normal", así como un estilo de humor que en ocasiones se basa en el choque entre lo que es aceptado y lo que no y la ridiculización de la moral conservadora.

En cuanto a las cosas que ambas comparten, empezaremos por la más obvia: la música. Tienen en común no el tipo de música, ya que ambas se ambientan en décadas diferentes y por tanto tienen estilos diferentes, sino el hecho de utilizar la música como vehículo para expresar ideas, emociones y reivindicaciones. Ahora podríais decir que eso lo hacen todos los musicales, pero en estas películas no se trata de que los personajes se pongan a cantar expresando lo que sienten o avanzando la trama sino en que se usa la música como arma.

En Hairspray el baile se usa primero como forma de entretenimiento, pero cuando se condena al considerarse sucio y por romper las barreras impuestas entre negros y blancos, es usado como arma reivindicativa. En Cry-Baby la música se utiliza como arma e identificador entre los grupos rivales: los supuestos buenos chicos se expresan usando música blanda, melódica e inofensiva; los supuestos malos chicos se expresan usando rockabilly sucio mezclado con be-bop.

En ambas películas el tema central son los prejuicios, en una los raciales y en la otra de clase, y su lucha contra ellos. En ambas se representan a los "pilares de la comunidad", las "personas normales", como hipócritas y mezquinos. En Cry-Baby, por ejemplo, a pesar de que la música de los "buenos chicos" es inofensiva y cursi, su actitud es prepotente y violenta, provocando y hostigando continuamente a los "malos chicos" que en ningún momento inician ningún conflicto, siempre se defienden y son culpados por ello.

Finalmente, ambas tienen un común un innegable aire nostálgico y son homenajes al tipo de películas juveniles que se hacían en las décadas que cada una representa. Es tal vez por este aire nostálgico que son más "suaves" que las películas anteriores de Waters. En ese aspecto, el director ha comentado en varias entrevistas que sus primeras películas eran producto de cuando era un furioso veintañero que con el tiempo dejó de estar enfadado con el mundo, pero sin perder la pasión por el buen mal gusto y lo bizarro.

Las dos son muy divertidas, en caso de que no las hagáis visto y sintáis curiosidad. Son también ese tipo de musicales que pueden gustar a aquellos que normalmente no les gusta este género, ya que no son el típico alegre musical.



29 jun 2011

Esas locas del cine (Hollywood Boulevard)

 

Se han hecho infinidad de películas sobre el glamouroso y terrible mundo de los grandes estudios de Hollywood: El crepúsculo de los dioses (Sunset Blvd., Billy Wilder, 1950), S.O.B. Sois honrados bandidos (S.O.B., Blake Edwards, 1981), El juego de Hollywood (The Player, Robert Altman, 1992)... Sin embargo, que yo sepa, Esas locas del cine (Hollywood Boulevard, Allan Arkush y Joe Dante, 1976) fue la primera y, casi, la única en tratar el mundo del cine independiente y las producciones de bajo presupuesto.

Antes de seguir: si te es familiar el universo Roger Corman y la New World Pictures, deberías haber visto ya esta película. En caso contrario, estás obligado a verla sin importar lo que diga el resto del post.

Hollywood Boulevard fue hecha, según explica el productor de la misma Jon Davison, a raíz de una apuesta entre Davison y Roger Corman según la cual Davison aseguró que podía hacer una película más barata que cualquiera de las que había hecho hasta entonces New World Pictures. En ella trabajaron veteranos de la New World tanto delante como detrás de las cámaras. El argumento gira en torno a Candy (Candice Rialson), recién llegada a Hollywood y con grandes deseos de convertirse en una estrella. El destino quiere que acabe trabajando para Películas Milagro ("si es buena, es un milagro") cuando una serie de misteriosos asesinatos se empiezan a producir en los rodajes de la productora. ¿Conseguirá Candy su primer plano antes de que el asesino acabe con ella?

La dirección de la película corrió a cargo de los jóvenes Allan Arkush y Joe Dante, ambos habían trabajado hasta entonces editando tráileres y películas. Como veteranos editores de la compañía eran las personas perfectas para hacerla, ya que para que resultase "la más barata hecha hasta entonces por la New World" deberían aprovechar material de las películas que la compañía tenía en su catálogo. El guión corrió a cargo de Danny Opatoshu que ya había guionizado unos cuantos títulos para Corman, firmando el guion con el nombre Patrick Hobby. Este nombre era una referencia al personaje de F. Scott Fitzgerald Pat Hobby, que protagonizó una serie de historias sobre un escritor bastante malo, y sería también el nombre del personaje que en la película interpreta Jeffrey Kramer: un guionista.

La historia está vagamente inspirada en El beso de la muerte (The Death Kiss, Edwin L. Marin, 1932), en la cual un actor es asesinado y una actriz es acusada del crimen. Su prometido, un guionista, se pone a investigar para averiguar quién es el asesino y exculpar a su amada. En Hollywood Boulevard al principio los personajes ni siquiera son conscientes de que haya un asesino ya que las muertes se disimulan como accidentes y no hay una investigación hasta la parte final de la película.

La película se centra en mostrar, oscilando entre la parodia y la realidad, como es rodar una película de bajo presupuesto, utilizando una argucia metalingüística: las escenas de otras películas se muestran tras mostrar como "se ruedan". Aunque hay una escena en la cual la protagonista, acompañada de su agente Walter Paisley (Dick Miller, su personaje tiene el mismo nombre que el personaje que Miller encarnó en Un cubo de sangre [A Bucket of Blood, Roger Corman, 1959]) y su novio guionista, el anteriormente mencionado Patrick Hobby (Jeffrey Kramer); va al cine a ver su primera película y las películas anteriores son producciones de Roger Corman, por supuesto. En una de ellas aparece el propio Dick Miller: El terror (The Terror, Roger Corman, 1963), cosa que los protagonistas comentan.

Este aspecto metalingüístico llega a la cumbre cuando se ponen a rodar una película futurista y hacen su aparición los coches de La carrera de la muerte del año 2000 (Death Race 2000, 1975) ya que el actor que interpreta al director Erich Von Leppe en la película es Paul Bartel: el director de Death Race 2000 y la actriz que interpreta a la diva Mary McQueen es Mary Woronov, también protagonista de Death Race 2000. Otro gran momento metalingüístico es cuando van a rodar a las Filipinas para ahorrar costos y vemos como "se rodaron" momentos de las deliciosas y suculentas The Big Doll House (Jack Hill, 1971) y The Big Bird Cage (Jack Hill, 1972).

La comedia en el filme oscila entre la ingenuidad, el absurdo y el humor negro, un estilo habitual en el trabajo de ambos realizadores. Resulta divertida especialmente cuando trata los tópicos hollywoodienses, las peleas artísticas o la relación entre productor, director y actores. El aspecto misterioso y asesino no destaca, ya que se centra en la comedia, pero sí hay una secuencia que destaca en la cual Dante homenajea a Mario Bava y que muestra el asesinato de la actriz Bobbi Quackenbash (Rita George). Esta secuencia fue luego utilizada en el clásico de culto The Slumber Party Massacre (Amy Holden Jones, 1982), en un momento en el cual la protagonista está viendo la secuencia mencionada por televisión mientras se produce un asesinato real. The Slumber Party Massacre fue una producción Corman, cómo no, y le dediqué un extenso post aquí.


El reparto está integrado por habituales de la New World y, al igual que el equipo tras la cámara, se nota que se lo pasaron muy bien. La deliciosa protagonista Candice Rialson es posible que la recordéis como la protagonista de Pets (Raphael Nussbaum, 1974). A Rialson la acompañan Tara Strohmeier como Jill McBain, bella actriz que trabajó durante los años 70, y Rita George, otra actriz setentera. Como ya he mencionado, los veteranos cormanianos Paul Bartel, Mary Woronov y Dick Miller acaban de redondear el reparto.

Para los amantes de la exploitation y la serie B, es un título indispensable. El resto podéis pasar un rato divertido y puede servir de introducción al maravilloso mundo de las producciones de bajo presupuesto.








28 jun 2011

La genialidad del arte decadente


Cuando en 1933 Joseph Goebbels se convirtió en ministro de propaganda de la Alemania nazi, su primera directriz fue divinizar a Adolf Hitler, luego se dedicó a controlar toda expresión artística alemana, asegurándose de que el llamado "nuevo arte alemán" seguía la filosofía nazi. De este modo pondría fin a lo que era considerado una arte decadente y peligroso: el expresionismo alemán.

El expresionismo alemán surge en un periodo especialmente oscuro y pesimista de la historia de Alemania que va desde antes de la Primera Guerra Mundial hasta su abrupto fin durante el gobierno nazi. El expresionismo tiene su origen como reacción al movimiento artístico anterior: el impresionismo. La soledad, la miseria, los criminales, la guerra... El expresionismo parece centrarse en los aspectos más oscuros y morbosos de la naturaleza humana.

No es de extrañar entonces que dentro del expresionismo surja la que es considerada la primera película de terror: El gabinete del Dr. Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, Robert Wiene, 1920).


Antes de que se estrenase este clásico ya habían aparecido elementos macabros en otras películas, pero esta se considera la primera auténtica película de terror dedicada a provocar en el espectador angustia y miedo. Es también una muestra de como a través del cine de terror se expresaban de forma alegórica y metafórica los miedos y preocupaciones de la sociedad.

Según uno de los guionistas, Hans Janowitz, se tuvo que añadir el prólogo y epílogo a la película por presiones políticas, ya que se consideraba que de otro modo las autoridades aparecerían representadas como dementes. Cosa que era, obviamente, parte del subtexto de la película.

El doctor Caligari (Werner Krauss), un demente borracho de poder que utiliza a su hipnotizado asesino para llevar a cabo sus caprichos, representa la autoridad, el gobierno de un país que en aquel momento se encontraba roto y hundido. Se podría considerar también como una premonición de lo que sería el futuro nazi alemán: un loco al mando de unos asesinos dispuestos a ejecutar cualquier orden por demente que fuera. Así, Caligari representaría a un dictador y Cesare (Conrad Veidt) sería el gobierno subyugado dispuesto a cumplir cualquier orden.

Dejando interpretaciones aparte, El gabinete del Dr. Caligari es una obra maestra que sigue resultando tan fascinante ahora como en 1920 gracias a su atmósfera onírica y sus decorados pesadillescos. Es en este aspecto que la película destaca: los decorados no están destinados a situar los personajes en un contexto realista, sino que están pensados para contribuir a darle a todo el conjunto una sensación delirante, una perspectiva demente alimentada por las grandes sombras que lo cubren todo.

En ningún momento se busca el realismo, lo que interesa es ofrecer al espectador una pesadilla, un mal sueño del cual despertarán al final.




 Pero hablando de películas de terror pioneras tenemos que mencionar el gran clásico Nosferatu el vampiro (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, F. W. Murnau, 1922). Esta sinfonía de los horrores de Murnau es una de las mejores películas de vampiros jamás filmadas y, a día de hoy, sigue siendo la mejor representación de Drácula que se ha hecho nunca. Es de esta película que parte la idea del vampiro destruido por la luz solar, que pasaría a formar parte de su leyenda desde entonces.

Nosferatu es una adaptación "pirata" del clásico de Bram Stoker Drácula. Es decir, el guionista Henrik Galeen y Murnau cogieron elementos del argumento de la novela pero sin pagar derechos de autor de ningún tipo. Cuando la viuda de Stoker vio la película demandó a los responsables, obviamente, y se ordenó la destrucción de los negativos y de todas las copias existentes.

Sin embargo, varias copias sobrevivieron por fortuna para nosotros. Aunque habría sido mejor que Murnau hubiese pagado los derechos de autor y que no copiase la historia esperando que nadie se diese cuenta.

Los puntos fuertes del filme son las apariciones del conde Orlock. Con un sencillo maquillaje, Max Schreck parece realmente una criatura de ultratumba, siendo especialmente memorables su salida del ataúd y su sombra acechando a Ellen (Greta Schröder). En esta ocasión, la ambientación de la película es realista, algunas localizaciones siguen igual hoy día, siendo el único elemento perturbador el vampiro.

El vampiro que, de nuevo, podría ser una alegoría del negro futuro que le esperaba a Alemania. Las escenas donde vemos la ciudad asediada por la peste, con los muertos llevados en procesión, son tanto evocadoras de la época de las grandes plagas como de la reciente Primera Guerra Mundial.

Este clásico generó una nueva versión llevada a cabo por Werner Herzog: Nosferatu, vampiro de la noche (Nosferatu: Phantom der Nacht, 1979), en la cual Klaus Kinski interpretaba al vampiro. Esta versión no es muy interesante ni imaginativa y resulta bastante aburrida. A pesar de todo se hizo una segunda parte: Nosferatu, príncipe de las tinieblas (Nosferatu a Venezia, 1988), aún más tediosa y un completo desastre para el que hicieron falta cinco directores: Mario Caiano (que fue despedido), Augusto Caminito, Luigi Cozzi, Klaus Kinski y Maurizio Lucidi (estos tres últimos sin acreditar).

Más interesante resultó La sombra del vampiro (Shadow of the Vampire, E. Elias Mehrige, 2000) en que se juega con la idea de que Max Schreck era realmente un vampiro. El resultado final es bastante divertido y curioso. Esto es gracias sobretodo a las interpretaciones de John Malkovich y Willen Dafoe como Murnau y Schreck, respectivamente.

Como curiosidad, en el álbum Mutante, que recopilaba diversas historietas dibujadas por Berni Wrightson y que en su momento publicó Ediciones Zinco, me encontré con una versión en cómic del clásico de Murnau bastante fiel a su fuente.

Nosferatu sigue siendo una gran fuente de inspiración, como demostró Francis Ford Coppola en su versión de Drácula, dentro del cine de terror.




















27 jun 2011

La niebla (John Carpenter's The Fog)


"Una modesta película de miedo", así definió John Carpenter su clásico de 1980 La niebla (John Carpenter's The Fog) en la presentación que hizo de la misma en DVD. Carpenter también ha comentado que esta fue una de las películas más difíciles y complicadas de su carrera.

Tras el gran éxito de La noche de Halloween (Halloween, 1978), en lugar de repetir la fórmula que le había dado éxito, Carpenter y su productora y coguionista Debra Hill decidieron crear una historia de fantasmas que bebiese tanto de elementos clásicos como de los cómics EC. Pero si la historia que escribieron no era excesivamente complicada, si lo fue su realización. O más bien, su posproducción, ya que Carpenter se vio en la necesidad de re-editar, filmar escenas adicionales y rehacer la banda sonora cuando estaba claro que el producto original no funcionaba. El director culpa su propia inexperiencia y el no tener claro como conseguir su objetivo final.

El objetivo final era la estupenda película de miedo que es hoy La niebla.

La película cuenta como en el centenario del pueblo Antonio Bay, una misteriosa y sobrenatural niebla trae consigo extraños fenómenos y unos resucitados hambrientos de venganza. Esta sencilla historia permite llenar la película de una inquietante atmósfera que atrapa al espectador. La inspiración para la niebla sobrenatural surgió durante un viaje que hizo Debra Hill a Stonehenge en el cual vio el monumento cubierto de niebla. Hill y Carpenter empezaron a elaborar una historia que les permitiría crear una película que fuese, básicamente, una historia de fantasmas de la vieja escuela.

Carpenter puebla su cinta con un gran reparto, todos veteranos ya del maestro: Tom Atkins (el cual también aparecerá en 1997: Rescate en Nueva York [Escape from New York, 1981]), un gran actor de carácter; Jamie Lee Curtis y su madre Janet Leigh, Nancy Loomis, Hal Holbrook y la estupenda Adrienne Barbeau, en aquel momento esposa de Carpenter.

Todo el reparto consigue darle realismo a las diferentes secuencias de suspense de las que disfrutamos. Especialmente destaca Adrienne Barbeau como Stevie Wayne, dueña y locutora de la radio local que se enfrenta sola a los habitantes de la niebla en un faro en la que es para mí la secuencia más tensa de la película.

La elección del formato panorámico le da cierta clase a lo que era una producción de bajo presupuesto, pero también es el formato preferido por Carpenter, el cual compone cada encuadre de forma excepcional, aprovechando al máximo el formato llenando el plano. Su estilo resulta especialmente efectivo en la secuencia de los títulos de crédito, cuando muestra como toda una serie de extraños fenómenos se producen en el pueblo, y cuando muestra la muerte de los pescadores del Seacrest al principio, colocando a uno de los personajes a la izquierda del plano dejando el resto a oscuras, aumentando así la sensación de amenaza de la oscuridad ya que tiene más peso que si el personaje se encontrase en el centro de la pantalla. Además, toda la maestría visual de Carpenter se ve realzada por una tremenda banda sonora (podéis bajarla en The Inferno Music Vault) muy efectiva y, de nuevo, atmosférica compuesta por el director.


También destaca el prólogo, en el cual vemos a un grupo de muchachos a los que el veterano actor John Houseman les cuenta una historia de fantasmas, muy importante para la trama, y que sirve para ejemplificar lo que Carpenter quiere hacer con nosotros.

Aquí no tenemos subtexto, alegorías o complejas tramas. La niebla es una sencilla y efectiva película de miedo que se ha mantenido todos estos años porque consigue transmitir una auténtica sensación de suspense y tensión. El director llena la película de referencias y homenajes (tanto a compañeros de profesión como a clásicos del cine de terror), una serie de guiños que acaban de redondear el conjunto.

Doy por supuesto que la mayoría conoce o le resulta familiar la película. En caso contrario, podéis verla en Blu-ray, aunque la edición no tiene ningún extra de modo que si tenéis la edición especial en DVD, con comentarios de John Carpenter y documentales y demás, guardadla como oro en paño.

23 jun 2011

Las garras de Lorelei aka The Loreley's Grasp aka Grasp of the Lorelei aka When the Screaming Stops


El director Amando de Ossorio fue conocido sobretodo por su saga de los templarios (la cual tenéis toda reseñada en la etiqueta templarios) pero también dirigió otros estupendos títulos dentro del género terrorífico como Las garras de Lorelei (1974).

Lorelei (también escrito " Loreley") es el nombre de un risco de algo más de 130 metros de alto que se alza en la orilla este del Rin. Debido a que el punto en el que se alza esta roca es una zona particularmente peligrosa y difícil de navegar del rio, por su profundidad y fuertes corrientes, muchos marineros perdieron la vida antiguamente en esa zona. Además, se oyen ecos y extraños sonidos provocados por el agua al pasar por Lorelei. Sumados los dos factores provocaron que se crearan diferentes historias y leyendas alrededor de Lorelei, que en germano antiguo significa "roca que murmura". Una cuenta que bajo la roca se halla enterrado el tesoro de los Nibelungos. Otra cuenta que Lorelei fue una doncella que se suicidó lanzándose al rio tras ser traicionada por su amado y que a partir de entonces se transformó en una criatura marina que arrastraba a los marineros a la muerte.

Ossorio usó estas diferentes leyendas para crear el argumento de su película: En un pequeño pueblo a orillas del Rin, una mujer es atacada por una criatura que le arranca el corazón. Preocupada por este hecho, la directora de una escuela femenina cercana al lugar, Elke Ackerman (Silvia Tortosa), contrata a un famoso cazador para que acabe con la criatura: Sigurd (Tony Kendall). Mientras da caza a la bestia, Sigurd se encuentra con una bella mujer (Helga Liné) que le atrae profundamente sin saber por qué.

Este es un título especialmente indicado para los amantes del fanta-terror patrio y europeo de los 70. La película cuenta con la presencia de varios rostros conocidos del fanta-terror de la época como las bellas Tortosa y Liné, las cuales ya habían coincidido en la fantástica Pánico en el Transiberiano (Horror Express, Eugenio Martín, 1972). Por otro lado, el varonil Tony Kendall, ejemplo del héroe setentero machote con patillas por antonomasia, ya había trabajado con Ossorio en la estupenda El ataque de los muertos sin ojos (1973).

Como es habitual, los productores le recortaron el presupuesto a Ossorio sin previo aviso. Así, mientras que el director había tenido la intención original de rodar en los paisajes naturales germanos donde transcurre la historia, sólo pudo filmar unas cuantas panorámicas y planos de situación como ambientación de fondo, rodando el resto de la película en Madrid, esperando que no llamase la atención demasiado la combinación de ambas localizaciones. Y conmigo funcionó. Tal vez porque nunca he estado en Alemania o Madrid, pero lo cierto es que estaba tan absorbido por la película que tampoco me fijé de donde eran las montañas del fondo en algunos planos.

Las garras de Lorelei se ve beneficiada de una atmósfera gótica hammeriana, mezclado con el romanticismo que Ossorio le añadió al conjunto. Los asesinatos son sorprendentemente sangrientos para la época y no ahorran detalles cuando la criatura le arranca el corazón a alguna víctima. Pero no os llevéis a error, no es una película que se base en la sangre, sino en la relación entre Sigurd y Lorelei, que es semejante a la que podríamos ver en una película de hombre lobo clásica.

Es este punto trágico, de simpatía hacia la criatura, el que separa este filme de otras monster movies de la época. También destaca la mezcla que hace Ossorio de diferentes leyendas para crear su propia historia, que si bien se desarrolla en un principio como la habitual película con criatura, el añadido de los elementos mitológicos le da un toque único que la hace diferente. Además, también tenemos algunos toques de absurda-ciencia que resultan bastante simpáticos.

En definitiva, en esta película se suman diversos elementos que la hacen tremendamente disfrutable. Es una película de monstruo asesino, sediento de la sangre de una impresionante colección de naturales bellezas setenteras, mezclada con una película de terror gótico romántica y trágica. Ignorando el pésimo doblaje inglés, sólo tenéis que ver este estupendo tráiler para que os entren unas ganas locas de verla (por lo menos a mí me entrarían si no la hubiera visto ya).


22 jun 2011

Opera


Marco: No es muy prudente usar películas como una guía para la realidad. ¿No le parece, inspector?
Inspector Santini: Bueno, eso depende de lo que usted considere  "realidad".

Durante mucho tiempo Opera (1987) de Dario Argento ha sido una de las películas más infravaloradas y menos vistas del maestro del giallo. La película sufrió diversos problemas durante la filmación y su posterior distribución que hicieron pensar que la "maldición del Macbeth de Verdi" había afectado a la película.

Argento siempre había sido un gran fan del clásico de Gaston Leroux El fantasma de la ópera. A eso le añadimos una broma en la cual el director comentaba como le gustaría obligar a los espectadores a no apartar la mirada en las escenas más sangrientas de sus filmes y nos da Opera: la joven cantante de ópera Betty (Cristina Marsillach) recibe la oportunidad de protagonizar el Macbeth de Verdi cuando la cantante principal sufre un "accidente". Pronto, Betty descubre que tiene un letal admirador secreto que empezará a asesinar a la gente de su entorno y la obligará a presenciar cada asesinato pegándole con esparadrapo agujas bajo los párpados para que no aparte la mirada de los crímenes.

Si en Tenebrae (1982) Argento se centraba en la figura del director usando como álter ego al escritor Peter Neal, al cual dio vida Anthony Franciosa, en este filme se cambia el objetivo y se dirige hacia los espectadores que, al igual que la pobre Betty, están obligados a ser testimonio de los terribles crímenes que lleva a cabo el asesino. Posiblemente la idea de las agujas no resulte efectiva en la realidad, pero desde luego la imagen resultante es tremendamente poderosa.

El argumento, como es habitual en el maestro, se va enredando de manera progresiva para que el espectador esté completamente despistado hasta el clímax final. Un clímax, para aquellos que lo han visto íntegro, que Argento sacó de la novela Dragón Rojo de Thomas Harris. Una novela que a él le gustaba mucho y por ello se disgustó cuando en la adaptación que hizo Michael Mann Hunter (Manhunter, 1986) se cambió el final de la novela por otro distinto. Pero lo que hace sobresalir a esta película es como el maestro utiliza la trama para crear una serie de memorables secuencias de asesinatos (algunas muy imitadas como la bala a través de la mirilla), perspectivas para las que se tuvo que inventar un nuevo tipo de cámara y planos imposibles del cerebro del asesino palpitando justo antes de cada asesinato.

Es en este aspecto que la película marca un antes y un después en la carrera de Argento. Desde El pájaro de las plumas de cristal (L'uccello dalle piume di cristallo, 1970) hasta este filme, el director nos había ofrecido un gran tour de force visual tras otro. Espectaculares secuencias, un gran uso del encuadre, experimentación con los colores, majestuosos travellings... Sin embargo, las películas que estrena Argento durante los 90 hasta la actualidad (pendiente de estreno su versión de Drácula) sus películas son efectivos y entretenidos ejercicios en suspense y terror pero que no tienen la ambición estilística de sus filmes clásicos. Son películas más "normales". Así que, siendo un fan de Argento, todas las películas que hace entre 1970 y 1987 las considero como algunas de mis películas favoritas, pero a partir de 1990 lo sigo porque me gusta como director y padezco la maldición de ser completista, pero ciertamente no me proporcionan las satisfacciones de su primera etapa. Incluso sus mejores producciones de esta época, como el segmento que dirigió en Los ojos del diablo (Due occhi diabolici, Dario Argento y George A. Romero, 1990), La madre del mal (La terza madre, 2007) o el episodio de Masters of Horror Jenifer (2005), palidecen comparados con sus primeros trabajos.


Es posible que parte del motivo de ello radique en los problemas que atravesó durante esta película que, como mencionaba al principio, fueron muchos y variados. Para empezar, Cristina Marsillach y Argento no se llevaban muy bien, el director ha declarado que es la actriz más difícil con la que ha tenido que trabajar, lo cual afectó a la interpretación de Marsillach, que no es muy buena. Pero las mayores dificultades fueron técnicas, ya que encontrar la manera de convertir en realidad las secuencias que Argento había imaginado no era fácil y, como ya he mencionado, se tuvo que inventar un nuevo tipo de cámara para lograr algunas de ellas. Además, el uso de cuervos en diferentes escenas provocaba continuos retrasos, ya que tras cada toma se tenían que buscar los cuervos que se escapaban.

Pero todo ello son dificultades más o menos habituales a la hora de filmar una película. Lo peor vino una vez hecha cuando llegó el momento de distribuirla fuera de Italia. Primero, los distribuidores internacionales consideraban que un título tan simple como Opera no resultaba comercial así que lo cambiaron por Terror en la ópera y sus equivalentes en cada idioma (USA: Terror at the Opera, Francia: Terreur à l'opéra, Alemania: Terror in der Oper, etc.).

Y perdonadme que me desvíe un momento, pero es que hay dos cosas que me ofenden sobremanera: una es cuando en el doblaje o los subtítulos se eliminan referencias que aparecen en la VO porque se da por supuesto que el espectador desconoce esas referencias y la otra es que se tenga esta imagen de los aficionados al cine de terror como personas sin gusto ni criterio que sólo ven una película si contiene las palabras "terror", "horror" o "sangre" en el título.

Volviendo a la película de Argento, los distribuidores también pensaron que eran necesarios unos cuantos cortes, tanto por razones de censura como para simplemente acortar la película, siendo el caso más grave el americano: la película pasó de durar 107 minutos a sólo 88.

Todo ello son factores que contribuyeron a la injusta infravaloración de una película que desde el primer minuto atrapa por su increíble estilo visual y que esta llena de hallazgos únicos. Una grandeza visual que sirve para explicar un argumento lo suficientemente intrigante y enrevesado para mantener al espectador interesado hasta el final. Para mí, es la última gran película de Argento, hasta ahora.

"¿Y cómo puedo ver esta maravilla?" seguramente os preguntaréis. Bueno, actualmente existen dos ediciones en DVD (todavía nada de Blu-ray): una de Blue Underground y otra de Arrow Video. La mejor es la de Blue Underground ya que ofrece la película íntegra respetando el formato cinematográfico original y tiene mejores extras. La de Arrow tiene mejor audio (he leído, no lo he comprobado) pero no respeta el formato original de la película. Aunque la mejor edición es la de dos discos que sacó Anchor Bay, que es la que tengo yo: una edición limitada (la 18.624 -de 30.000- es la mía) que incluía la estupenda banda sonora y que actualmente está más que agotada. ¿Y por qué la menciono? Para daros envidia, obviamente.

Tanto para los amantes del giallo, como para amantes del mejor cine de suspense, como los que quieran ver un espectáculo visual memorable, Opera es un título imprescindible.

21 jun 2011

Idiocracia (Idiocracy)


La primera vez que vi Idiocracia (Idiocracy, 2006) pensé que exageraba. Ahora creo que se ha quedado corta.

El mediocre soldado Joe Bauers (Luke Wilson) es escogido para formar parte de un experimento destinado a hibernar a los mejores soldados y utilizarlos sólo cuando haga falta. Joe es usado como conejillo de indias y en teoría estará congelado sólo un año. Complicadas circunstancias hacen que él y la prostituta Rita (Maya Rudolph) despierten tras 500 años en animación suspendida. Al despertar, Joe descubre que la civilización sea estupidizado tanto que él es el hombre más inteligente del planeta.

Esta satírica y ácida comedia, escrita por Mike Judge y Etan Cohen (guionista de Tropic Thunder [Ben Stiller, 2008]), fue la segunda incursión de Judge en el cine tras la popularidad ganada en televisión con sus series de animación y la comedia de culto Trabajo basura (Office Space, 1999). Sin embargo, esta película no gozó de las mismas simpatías que sus anteriores trabajos, la Fox parece ser que la odió y decidió dejar que se pudriera en las estanterías durante un año hasta estrenarla de forma limitadísima en Estados Unidos (se estrenó sólo en 7 ciudades, que es como si aquí sólo se pudiese ver la película en un único cine en todo el país) y comerciarla directamente en DVD, sin hacer marketing ni promocionarla.

Es por eso que, al igual que muchos, desconocía la existencia de esta pequeña joya hasta que la encontré en la sección de comedia de la Fnac cuando estaba buscando otro título. Vi el nombre de Mike Judge como director y leí el argumento y la vocecita en la cabeza que he mencionado otras veces me impulsó a comprarla a pesar de que no sabía nada de ella. Es una especie de sexto sentido que hasta ahora no me ha fallado.

Ante todo, es una comedia y una comedia te ha de hacer reír y esta hizo que me riera a carcajadas. Combina humor grueso con humor inteligente y lo une todo con sátira. La sátira esta dirigida hacia la gente que, no es que se conforme en ser ignorante, es que está orgullosa de su propia ignorancia. De ahí que la película cada vez parezca menos futurista y más anclada en nuestro presente. Y digo "nuestro" porque a pesar de que el film básicamente destroza la sociedad americana, todo se puede extrapolar a la sociedad española donde el sistema educativo está cada vez peor y la televisión parece celebrar la ignorancia y la estupidez.

El contenido crítico hace que el humor funcione en dos niveles. Por ejemplo, el asombrado Joe descubre que el programa que tiene más audiencia en televisión es uno que consiste en ver como su protagonista recibe continuos golpes y patadas en la entrepierna. En un primer nivel tienes el chiste fácil: un tío que recibe una patada en las joyas de la corona. El segundo nivel es la puya dirigida a la sociedad que convierte un programa como ése en el más visto de la televisión.

En conclusión, tanto si os apetece reíros a carcajadas con una distópica comedia como si os apetece disfrutar de una inteligente sátira social, ésta es vuestra película.

20 jun 2011

Batman en los noventa


Muchos lectores de los cómics protagonizados por Batman estarán de acuerdo en que hasta la llegada de las películas de Christopher Nolan, este personaje no había sido retratado con fidelidad en el cine. Anteriormente comenté la película de los 60 aquí y ahora me gustaría echarle un vistazo a las cuatro películas que se realizaron en la década de los noventa, por si el título del post no lo dejaba claro.

Batman (1989) de Tim Burton llegó en un momento en el cual las adaptaciones de cómics y los superhéroes no eran un género precisamente prestigioso. Desde el estreno de Superman (1978) de Richard Donner, el cine de superhéroes había caído en una progresiva decadencia y generaba productos infumables. Las series televisivas, como la que protagonizó Spiderman en los 70, eran puro camp y no ayudaban a que se tomara el género en serio.

Estando como estaba el panorama, no es de extrañar que la película de Tim Burton fuese un tremendo éxito de taquilla que generó una increíble batmanía. Para los que no la vivieron puede que sea algo difícil de entender, pero Batman estaba en todas partes. Rebuscando por casa he encontrado una ingente cantidad de merchandising de la época, cosas como chapas o una camiseta que regalaba la Coca-Cola, que entonces era negra y ahora es gris. Es curioso leer el correo de los lectores y las noticias que salieron en los tebeos de la época. He aquí dos fragmentos de cartas publicadas en el número 27 de la colección Batman que publicaba entonces ediciones Zinco:

"Estoy pasando el verano en Xabia (...) Bueno, el fenómeno es evidente. Por aquí lo llaman Batmanía. (...) Simbolitos del murciélago adornan pubs de la costa. Por la playa, grupos de jóvenes visten la camiseta con el círculo amarillo del murciélago. La música de Prince inunda literalmente cada local".

"Estoy algo sorprendido. Hasta la fecha, finales de julio -la película se estrenó en España en septiembre de 1989-, tengo ya contabilizados tres amplios artículos sobre la película (...) en revistas de cine y música, otro artículo en un periódico de gran tirada, cuatro espacios en emisoras de rádio (...), dos espacios en televisión (...) y, por supuesto, el estreno a bombo y platillo del videoclip del Batdance de Prince en el programa Rockopop".

Ahora no parece gran cosa, ya que estos fenómenos se producen cada verano con el gran estreno de la temporada, pero entonces era algo inédito comparable sólo al estreno de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977).

La primera vez que la vi en el cine de pequeño me pareció fabulosa, una obra maestra. Luego, en la edición especial en DVD, me pareció más regular, con algunos problemas de edición. Y viéndola en Blu-ray es un poco una mezcla de las dos reacciones. Las canciones de Prince me parecen infumables, lo son hasta para sus seguidores, aunque compensada por la excelente banda sonora de Danny Elfman y el guion resulta algo flojo y predecible, pero a pesar de ello resulta bastante entretenida. En retrospectiva, abundan las críticas respecto al hecho de que Burton creara una realidad alternativa alejada de los ambientes urbanos realistas por los que Batman se movía, creando una especie de época atemporal mezcla de cosas modernas y antiguas. Sin embargo, creo que teniendo en cuenta como era la moda de 1989, creo que la película sale ganando en ese aspecto y los que critican el diseño deben tener mala memoria (o ser un pelín horteras).

El resultado final resulta interesante en cuanto a diseño, pero la historia y los personajes resultan muy típicos y tópicos, algo habitual en el cine de Burton. Algunos de los problemas en términos de guion se solventaron en la siguiente entrega: Batman vuelve (Batman Returns, 1992).

Cuando vi Batman vuelve en el cine me dejó algo frío, pero con el tiempo ha aumentado mi apreciación hacia esta película. No obtuvo los mismos resultados de taquilla que la primera, aunque estuvo cerca, y la Catwoman y el Pingüino de la película no guardan ninguna relación con sus contrapartidas de los tebeos, aparte del nombre; pero resulta una película más interesante que la primera entrega, aunque tampoco destaque la acción, que parece ser no es el fuerte de Burton. Lo que sí es el fuerte de Burton son los toques góticos que se le añaden a la película, además de un reparto en plena forma.

El que debería haber sido el punto fuerte de la película, la relación entre Catwoman y Batman, pasa casi a un segundo plano centrándose en el Pingüino que encarnó con placer Danny DeVito. Más placentera para el espectador es Michelle Pfeiffer como Catwoman.

Ambas películas de Burton sufren de un mismo defecto: un conocimiento superficial del material en el que se basan. Los argumentos están cargados de tópicos que hacía tiempo los cómics habían abandonado, rescatando una narrativa propia de los años 30 y 40, sin tener en cuenta la evolución que había sufrido el personaje, algo que sí tuvieron en cuenta David Goyer y Christopher Nolan. Es tal vez esto lo que hace que, vistos hoy día, resulten filmes interesantes y bien realizados pero algo pasados de moda. Burton, como ya he dicho, no es un experto dirigiendo secuencias de acción, muy poco imaginativas si tenemos en cuenta el esfuerzo destinado a crear los decorados, lo cual les quita algo de brillantez a las películas, pero tienen detalles y escenas curiosas que acaban inclinando la balanza a su favor.

Por supuesto, ambas parecen obras maestras comparadas con las dos siguientes películas que se sumaron a la saga: Batman Forever (1995) y Batman y Robin (Batman and Robin, 1997), ambas dirigidas por Joel Schumacher.

Si cuando se estrenó Blade Runner (Ridley Scott, 1982) todo el mundo la puso a parir, menos cuatro gatos, y al cabo de unos años todo el mundo la considera una obra maestra y dice que ya lo dijeron en su momento, con Batman Forever pasó justo al revés: en el momento de su estreno fue un gran éxito y fue tremendamente popular, al cabo de unos años todo el mundo la considera un truño y una basura.

Es curioso, fue como un caso de locura colectiva. Ya comenté anteriormente que en su momento incluso me encontré con amigos que me insistían que la viese a pesar del mal rollo que me daba, que me decían que era muy buena. Posteriormente lo han negado o bajan la cabeza avergonzados al recordar su locura pasada.

Batman Forever parte del mismo defecto que las anteriores películas Batman: una visión superficial del material. En este caso, sus (ir)responsables se remontaron a la serie de los 60, llenando la pantalla de colores chillones y un diseño extremado. Al tono general de comedia y ridículo se le añadieron unos toques eróticos gay que acabaron de darle el toque de gracia a la película. Pero creo que lo peor sin duda fueron las interpretaciones(?) exageradas de Tommy Lee Jones y Jim Carrey.

Podríamos estar horas y horas hablando de lo terrible que es Batman Forever pero ¿para qué alargar la agonía? Lo cierto es que en su momento fue un gran éxito de taquilla y generó tal entusiasmo que el estudio le dio completa libertad a Schumacher para hacer lo que quisiera en la siguiente entrega: Batman y Robin.

Podéis leer el post que le dediqué a la última e infame entrega de la primera saga batmaniana aquí. Para no repetirme, simplemente añadir que es Batman Forever multiplicada por 10. El resultado es tan exageradamente hortera, kistch y ridículo que lo cierto es que me acabó gustando. Es decir, que me rio tanto de la película que me divierte bastante verla.

La conclusión final es: menos mal que llegó Nolan. También he de añadir que hace ya un tiempo que dejé de leer la serie regular de Batman, un poco por aburrimiento y otro poco porque han ido añadiendo tantos secundarios que ya no se trata de las aventuras de Batman sino de casi un ejército de vigilantes de la noche. Podéis encontrar un pack en Blu-ray con las cuatro películas al precio de lo que te cuesta una aquí en la rama británica de Amazon, la misma edición que se encuentra a la venta en España.




17 jun 2011

Contaminación - Alien invade la Tierra (Contamination - Alien arriva sulla terra aka Contamination aka Alien Contamination aka Contamination: Alien on Earth)


Tras el éxito de la fantástica Star Crash, choque de galaxias (Starcrash, 1978), el siguiente proyecto de Luigi Cozzi también surge del intento de unos productores por aprovechar el éxito comercial de una película de Hollywood. Pero si a Cozzi le encargaron una copia de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977) y él acabó haciendo algo propio y diferente con Starcrash; con Contaminación - Alien invade la tierra (Contamination - Alien arriva sulla terra, 1980) sucedió lo mismo: le pidieron una copia de Alien - El octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979) que el acabó derivando hacia su terreno.

De hecho, la única directriz que le dieron los productores es que querían una película donde a la gente le explotase el torso y salieran extraterrestres, ya que estaban convencidos de que ésas eran las razones por las que Alien se había convertido en un éxito de taquilla. Con esas directrices, Cozzi concibió una historia, que luego transformaría en guion junto a Erich Tomek, que incorpora los torsos que explotan pero en una trama que poco tiene que ver con Alien. De modo que si pensáis que esto no es más que una copia del clásico de Ridley Scott, me temo que os equivocáis a pesar de que los productores originalmente tenían esa intención y que el título obviamente juega con ello.

La historia arranca cuando se descubre un barco flotando a la deriva cerca de Nueva York. El equipo que sube a investigar descubre a la tripulación mutilada de forma horrible y unos extraños huevos que al reventar lanzan una sustancia que al contactar con un humano provoca que el pobre no tarde en, literalmente, explotar. La coronel Stella Holmes (Louise Marleau) al frente de la investigación descubre que el comandante Ian Hubbard (Ian McCulloch) describió unos huevos semejantes a los que se han empezado a encontrar por la Tierra en una misión a Marte, aunque entonces se consideró su historia poco más que una alucinación propia de una persona al borde del colapso. Los dos, acompañados del teniente de policía Tony Aris (Marino Masé), empezaran a investigar el origen de los huevos marcianos en la Tierra.

Del misterio de los huevos marcianos pasamos al thriller y la acción que surge cuando los tres protagonistas se embarcan en su investigación, momento en el cual la película recuerda a una versión marciana de las aventuras de James Bond. Así, a pesar de algunas escenas tremendamente gore al principio de la película, en las cuales se ven los efectos de las esporas marcianas, el desarrollo de la historia encaja más dentro del thriller de ciencia ficción que el cine de terror. Aunque en la parte final vuelve a cambiar y se centra en la ciencia ficción, una vez se descubre el origen de los huevos marcianos.

Cozzi suple las carencias del presupuesto con diversión y una historia que no deja de girar y ofrecer sorpresas. Igual que con Starcrash, va adornando la acción de elementos clásicos de la ciencia ficción de los 50 y 60, culminando en un maravilloso monstruo que justifica de sobras el visionado de la película. El guion está plagado además de las fantásticas fantasías del  cine exploitation italiano como un Marte con los polos congelados como los de la Tierra. Por fortuna, hay suficientes tiroteos, bichos y sangre como para que esos detalles resulten entrañables dentro del delirio y no impiden disfrutar de la película.

La edición en DVD de Blue Underground incluye, aparte de documentales y una entrevista a Cozzi, la versión en cómic que escribió el propio Cozzi cuando se estrenó la película. Además de ser un gran y entretenido extra, permite disfrutar de las ideas originales de Cozzi, ya que tuvo que cambiar algunas escenas ya fuera por razones de presupuesto o por actrices poco inclinadas al desnudo, y sirve de genial complemento a la película.

16 jun 2011

El cine de Narciso Ibáñez Serrador


Centrado en la televisión, ya sea adaptando programas extranjeros o en su clásica serie antológica Historias para no dormir, la carrera cinematográfica de Narciso Ibáñez Serrador es breve pero intensa. Dos únicas pero memorables incursiones, no cuento el mediometraje televisivo La culpa (2006), dan fe del entusiasmo de Serrador por el género terrorífico.

La residencia (1969): Conocida internacionalmente como The House That Screamed o The Finishing School, es mucho más popular y reconocida en el extranjero que en España, como suele ser habitual con las películas de género de esta época. Protagonizada por la bella scream queen española Cristina Galbó, que interpreta a la recién llegada Teresa a una residencia para "señoritas conflictivas" francesa de principios de siglo. Allí se encontrará con los poco ortodoxos métodos de la señora Fourneau (Lilli Palmer), que incluyen encerrar a las alumnas díscolas en una habitación donde las castiga a base de latigazos.

Tras varias secuencias de erótico sadismo y escenas de duchas de las alumnas (con el camisón puesto) arranca la intriga de la película. Se empiezan a suceder los asesinatos, no muy gráficos pero tremendamente efectivos en su ejecución, que marcan la intriga de la película. Una intriga, todo hay que decirlo, no muy intrigante pero no por ello menos entretenida. Serrador crea una gran atmósfera gótica de aire clásico que contrasta con el erotismo reprimido que llena la escuela.

En ocasiones se ha señalado esta película como una influencia sobre Dario Argento a la hora de crear Suspiria (1977) pero lo cierto es que ambas películas no tienen nada en común, ya que la escuela de danza que aparece en el clásico de Argento también acepta estudiantes masculinos y poco tiene que ver con la escuela femenina que aparece en el film de Serrador ni en argumento ni atmósfera. Si hay una película que ha recibido influencia de La residencia esta es la genial, fantástica, tremenda, demencial y sublime Mil gritos tiene la noche (1982) de Juan Piquer Simón (sobre la que puedes saber más aquí).


Como muy acertadamente señala la página web Retroslashers, La residencia es uno de los muchos filmes europeos que empezó a configurar lo que sería el slasher. Su argumento, residencia femenina en la que se producen unos asesinatos, podría hacer referencia a infinidad de slashers ochenteros. La película se estrenó un año antes de que estallara la fiebre giallo, por lo que resulta bastante contenida visualmente, con la excepción de la escena final, siguiendo un estilo clásico que la hace parecer más antigua de lo que es si la comparamos con lo que se estaba haciendo entonces en el resto de Europa.

Hoy día la única edición visible, que respeta el formato en el que fue filmada, es la edición en DVD de Divisa que es bastante deficiente ya que no está adaptada a las televisiones panorámicas e incluye una artificial e inútil pista en 5.1, y como hacen con todas las coproducciones editadas en DVD aquí, sólo el audio en castellano. Teniendo en cuenta lo popular que es fuera de nuestras fronteras resulta extraño que no exista una buena edición, la única disponible es la incluida en la colección Elvira's Movie Macabre en la cual la película es interrumpida por los chistes de Elvira y está seriamente recortada. Teniendo en cuenta que era normal en aquellos días filmar dos versiones de las películas (una para el mercado nacional aprobada por la censura y otra para el extranjero sin censurar), es posible que surja algún día una edición en DVD o Blu-ray que contenga el audio castellano y el inglés, sea uncut y respete el formato en el que fue filmada y esté adaptada a las televisiones panorámicas. Lo cual no es mucho pedir hoy día.


¿Quién puede matar a un niño? (1976): Conocida también como Island of the Damned, Island of Death o The Killer's Playground, esta es la película más famosa de Narciso Ibáñez Serrador. El argumento es de sobra conocido por todos: la pareja de turistas británica Tom y Evelyn (Lewis Fiander y Prunella Ransome) que viaja por la costa española decide visitar una pequeña isla en la cual una infecciosa locura ha convertido a los niños del lugar en psicópatas asesinos.

En un coloquio en el programa Versión Española de La 2, Serrador se lamentaba de dos cosas en lo que respecta a esta película: que en España se estrenara una versión doblada y que los críticos del momento no entendiesen que las imágenes documentales de los títulos de crédito contenían el mensaje de la película.

En cuanto al doblaje es cierto que destruye parte de la amenazante atmósfera. En la versión original la pareja protagonista habla en inglés y el resto de personajes en castellano, aumentando con la barrera del idioma el aislamiento y el miedo en la pareja protagonista. El doblaje provoca también que haya muchos diálogos de besugos cuando en la versión original el marido le hace de traductor a su esposa. Es semejante al destrozo que se hace en el doblaje castellano de Suspiria: una escena al principio en el que la primera víctima dice algo que resulta ininteligible y que la protagonista se dedicará a intentar descifrar a lo largo de la película, por lo menos así es en las versiones inglesa, francesa e italiana (las que he visto); sin embargo en el doblaje castellano la doblan de manera que se oiga perfectamente lo que dice desde el principio destrozando todo el misterio alrededor de las palabras de la primera víctima.

En cuanto a lo que dice Serrador sobre los fragmentos de documentales que aparecen durante los títulos de crédito no creo que el problema radique en que no se entienda que ahí reside el mensaje de la película, es que se entiende demasiado. El mismo Serrador en un cameo le comunica al protagonista el mensaje, con lo que las secuencias documentales resultan innecesarias y redundantes. Es como si el director temiera que se interpretara la película como un simple film de terror y se perdiera el subtexto. Desde mi punto de vista las imágenes del principio son un error, sin mencionar el hecho que casi te quitan las ganas de ver la película por el mal cuerpo que dejan.

Entrando en la película en si, Serrador coge elementos de La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968), pero sobretodo de Los pájaros (The Birds, Alfred Hitchcock, 1963), para construir el suspense y la inquietud que conforman la atmósfera del film. El suspense de la primera mitad da paso a una segunda mitad, más violenta, en la cual entra en juego la lucha por la supervivencia y se da respuesta a la pregunta del título.

Junto a la psicotrónica Abrazo mortal (The Children, Max Kalmanowicz, 1980), ¿Quién puede matar a un niño? resulta el máximo exponente de lo que he bautizado "terror generacional": películas en las cuales los niños se vuelven en homicidas dedicados a exterminar a los adultos. Lo llamo "generacional" porque considero que representan el terror de las viejas generaciones ante las nuevas, especialmente a partir de los movimientos revolucionarios juveniles de finales de los 60. No hay nada que dé más miedo que lo desconocido y la juventud de entonces de pelo largo y moral lujuriosa resultaba tremendamente desconocida y extraña a la vieja guardia. Por supuesto, Serrador tenía más en mente al adaptar la obra de Juan José Plans El juego de los niños para el cine los abusos que sufre la infancia que hacer una alegoría sobre la transición generacional, pero es lo bueno de las películas: cada uno las interpreta a su manera.

Se vea como se vea, la película no deja de ser angustiante y mantiene al espectador al borde del sillón de principio a fin. Para mí destaca especialmente el arco emocional de los protagonistas en donde se mezcla el miedo con la incredulidad de lo que les está sucediendo. También destacaría la SPOILER escena en la que la pobre Evelyn sufre el término de su embarazo. Los gritos de terror ante lo que está sucediendo dentro de sus entrañas se me grabaron en la cabeza ya que me hicieron imaginarme lo que estaba pasando de manera bastante gráfica FIN SPOILER.

Al contrario que con La residencia, esta película resulta más fácil de encontrar, ya sea en ediciones de importación como nacionales, incluyendo una entrevista con el director, aunque poco más.

15 jun 2011

El abismo negro (The Black Hole)


Para compensar la perversidad de ayer, he pensado que hoy nos adentraríamos en una película de la Disney. Aunque, igual que la de ayer no era la típica película erótico-dramática, la de hoy no es la típica película Disney: El abismo negro (The Black Hole, Gary Nelson, 1979), una cinta de ciencia ficción que con el tiempo se ha convertido en un film de culto.

Desde finales de los 60 y durante los 70 y 80, la Disney experimentó una lenta pero continuada decadencia. Gracias a los parques y demás empresas se mantenía a flote la marca, ya que cinematográficamente sus películas no estaban teniendo el éxito esperado, especialmente durante los 70. Esta decadencia se haría más pronunciada durante los 80 hasta que en 1991 se estrenó La bella y la bestia (Beauty and the Beast, Gary Trousdale y Kirk Wise). El éxito de esta película saca a la Disney del pozo y empieza a recuperar el prestigio perdido.

A principios de los 80 se produce una etapa "oscura" en Disney durante la cual se estrenan tres peculiares y atípicas películas, que se alejan de las películas familiares de aventuras y las comedias que la productora estrenaba en aquel momento, en un intento de recuperar algo de terreno perdido: Los ojos del bosque (The Watcher in the Woods, John Hough, 1980), Tron (Steven Lisberger, 1982) y El abismo negro. Estas películas tienen en común que fueron rotundos fracasos de taquilla y que con el tiempo se han ido ganando una audiencia de culto.

El abismo negro fue producida en la fiebre post-Star Wars. Sin embargo, presenta una historia hasta cierto punto alejada de la habitual space-opera que la película de George Lucas había puesto de moda. Pero el argumento de este film también era hasta cierto punto familiar, ya que presentaba una situación clásica: La nave USS Palomino descubre una nave que se creía perdida, la USS Cygnus, muy cerca de un agujero negro. La tripulación sube a la Cygnus para averiguar que sucedió en la nave y nosotros con ellos.

El reparto de esta película es realmente sobresaliente con Anthony Perkins, Ernest Borgnine, Maximilian Schell y Robert Forster a la cabeza; Yvette Mimieux y Joseph Bottoms lo completan. Antes de entrar en aspectos técnicos, también hay que mencionar la fantástica banda sonora de John Barry, diferente de las habituales que componía para las películas de la serie James Bond.

Los efectos especiales de la película se mantienen hoy día, aunque más por su plástica belleza que por su efectividad. Al parecer, Disney quiso alquilar la cámara de motion-control (cámara controlada por ordenador que repite los mismos movimientos de forma exacta, facilitando la filmación de efectos especiales) que había desarrollado la Industrial Light & Magic para La guerra de las galaxias. Pero el precio de alquilarla le pareció que era demasiado alto, así que el departamento de desarrollo tecnológico del estudio se puso manos a la obra en crear su propia cámara motion-control, resultando en una cámara superior a la de la Industrial ya que les permitía moverse por las pinturas matte, algo antes imposible, y mantuvo la Disney por delante de Industrial en cuanto a tecnología durante años. El abismo negro, sin embargo, fue la última película realizada con el viejo sistema de los estudios en el cual se hacía todo dentro de un mismo estudio, sin recurrir a compañías exteriores.

El resultado final es una película interesante aunque desigual. El problema principal es que se introdujo un personaje robótico destinado al público infantil. Los comentarios y bromas de este robot resultan bastante pesadas y molestas ya que le quitan gravedad a la que es, por otro lado, una interesante historia. El robot resulta más fuera de lugar si lo ponemos al lado de los aspectos más perturbadores de la película, como el destino de la antigua tripulación de la Cygnus. La parte final, por otro lado, contiene bastante acción como para que te olvides del molesto robot, con algunas escenas que luego serían inspiradoras de algunos momentos de la primera película de Indiana Jones. Este tono desigual provocó que fuera una película difícil de vender, demasiado oscura para los niños pero con toques infantiles que alejaban a los adultos, y creo que causa del fracaso de taquilla resultante.

El momento más memorable del film tiene como centro el agujero negro sobre el que se encuentran paradas las naves. Sin entrar en específicos, en beneficio de aquellos que no la hayan visto, resulta en una escena que la primera vez que la vi, de niño, me dejó estupefacto ya que no había entendido qué demonios había pasado. En la actualidad, resulta más comprensible, aunque tampoco en exceso. De todos modos, la secuencia en el agujero negro es el punto alto de la película y te hace olvidar el molesto robot.

A lo largo de los años, El abismo negro ha adquirido suficiente popularidad como para que se esté preparando un remake a cargo del mismo equipo que hizo Tron: Legacy (Joseph Kosinski, 2010). La verdad es que aunque la película no es perfecta, aparte del problema robótico se producen escenas de diálogo algo largas, resulta bastante entretenida ya sea por su aspecto visual o su entretenida segunda parte, casi un western en el espacio. Aquellos amantes de la ciencia ficción clásica que disfruten de los efectos especiales ópticos con alegre nostalgia puede que disfruten de este film como servidor.

14 jun 2011

El placer de Venus (Le malizie di Venere aka Venus in Furs)


En 1969 Massimo Dallamano rodó esta adaptación de la novela de Leopold von Sacher-Masoch, del cual proviene el término "masoquismo". Conocida con diversos títulos, el más popular (y adecuado, ya que es el mismo título que el de la novela en que se basa) es Venus in Furs, lo cual ha provocado que sea en diversas ocasiones confundida con la película de mismo título de Jesús Franco, también conocida como Paroxismus y estrenada el mismo año. Ambas películas, que no tienen nada en común, fueron rodadas originalmente para el mercado alemán. La película de Dallamano El placer de Venus (Le malizie di Venere), a causa de la censura, tardó unos años en estrenarse en su país de origen, Italia, y no circuló internacionalmente hasta principios-mediados de los 70.

Teniendo en cuenta que fue filmada en 1969, resulta una película muy atrevida y adelantada a su tiempo por lo explícito de sus escenas de sexo. Y cuando digo "explícito" no quiero decir que se trate de una película pornográfica, ni mucho menos, simplemente me refiero al hecho de que para lo que se había visto hasta entonces en el cine comercial a finales de los 60, eran escenas muy atrevidas. Sin embargo, en la actualidad resulta interesante no tanto por su contenido (no demasiado) erótico, sino por sus temas y argumento y la estética con la que son tratados.

Lunas de hiel (Bitter Moon, 1992) de Roman Polanski podría ser perfectamente una secuela de El placer de Venus ya que tienen un argumento parecido y no pocos puntos en común. Severin (Régis Vallée) es el típico aristócrata millonario europeo, bastante popular en el cine de entonces. Bueno, en realidad no es tan típico, ya que arrastra consigo diversos traumas de la infancia. Durante uno de sus viajes conoce a Wanda (Laura Antonelli), una belleza que le retrotrae a momentos significativos de su infancia y de la cual se enamora. Al principio todo va bien y Wanda intenta acomodarse a las curiosas exigencias que tiene su ahora marido Severin. Pero a medida que pase el tiempo la relación irá degenerando en una espiral de odio y crueldad.

La película está completamente dominada por la bella Laura Antonelli, que desarrolla un interesante y difícil papel. De dulce enamorada a criatura llena de odio, Antonelli como Wanda nos hipnotiza de la misma manera que a Severin. Esta evolución tiene su origen en el hecho de que Wanda realmente está enamorada de Severin al principio de su relación, e intenta complacer sus deseos cuando lo único que quiere es mantener una relación sentimental más "normal". Las continuas y dementes exigencias de Severin son las que acaban por convertir el amor en odio y la introducción de un tercer elemento bastante perturbador: Bruno (Loren Ewing).

Dallamano, director del clásico giallo ¿Qué habéis hecho con Solange? (Cosa avete fatto a Solange?, 1972), nos cuenta la historia como si fuese un giallo, llenándola de interesantes hallazgos estéticos y curiosos encuadres. De ahí que visualmente llame la atención y por lo cual puede resultar interesante a todas aquellas personas que no sientan un particular interés por el cine erótico.  Especialmente resalta la atmósfera que Dallamano imprime a la película a medida que la relación entre Severin y Wanda se va degradando, dándole un toque pesadillesco.

Vista en la actualidad resulta curioso el esfuerzo que se hace en buscarle una justificación psicológica a la actitud de Severin. Por un lado, el film parece buscar una coartada moral a las diferentes y bizarras situaciones que muestra sin reparos y, por otro lado, se hace evidente cierta ingenuidad psicoanalítica propia de la época, cuando las teorías de Freud eran consideradas todas válidas.

Si bien hay alguna escena donde se golpea a algún personaje con un látigo, gran parte del masoquismo presente en la película es puramente psicológico, especialmente en su parte final. Su naturaleza hace que aún hoy no exista una versión íntegra de la película. La edición que tengo fue la que editó en DVD la compañía Shameless. En esta versión de la película falta un minuto cortado por el órgano censor británico. Lo curioso es que, por mucho que lamente la censura y me oponga a ella, tras ver el breve momento censurado en su página web, la escena en cuestión funciona mejor sin ese breve fragmento y resulta más perturbadora que tal y como fue originalmente concebida.

No os dejéis engañar por las apariencias, El placer de Venus es un interesante film que trasciende su género y puede resultar interesante para los cinéfagos en general y, especialmente, a todos aquellos que disfruten de la estética del giallo. Además, parte de la película fue filmada en la misma zona de Cataluña donde yo solía veranear, lo que me provoca un perverso placer.