30 sept 2011

Sacando la basura de las calles


Los sectores más políticamente correctos de la crítica cinematográfica (tanto profesional como amateur) parecen considerar el género de la justicia vigilante o de la venganza como un subproducto fascista. Jesús Palacios en su artículo "Mía es la venganza es mía. Vigilantes y vengadores" (dentro del libro El thriller USA de los 70 -gracias a Evil E. que me hizo saber de su existencia), ya hace una adecuada argumentación sobre lo absurda que resulta esta noción, así que no me detendré mucho en ello, os recomiendo directamente leer el artículo, pero sí me gustaría hablar sobre la manera en que, desde mi casi nunca humilde punto de vista, debe o debería ser visto este género. Para ello me centraré en el clásico del género El justiciero de la ciudad (Death Wish, Michael Winner, 1974).

No he oído nunca a nadie descalificar o considerar fascista películas como Raíces profundas (Shane, George Stevens, 1953) o El jinete pálido (Pale Rider, Clint Eastwood, 1985) cuyos argumentos giran en torno a hombres que deciden tomarse la justicia por su mano. Muchos títulos del western giran en torno a desconocidos que llegan a una ciudad sin ley para acabar con los malvados a tiro limpio. Sin embargo, cuando una película de argumento parecido se sitúa no en las grandes planicies del oeste americano sino en un entorno urbano, la cosa cambia. Uno podría argumentar que el Salvaje Oeste era una época sin civilizar, mientras que en la actualidad ya existen recursos y medios para implantar justicia.

Pero lo cierto es que tanto si se ambientan en el Far West como en la actual Nueva York, estas películas sirven un mismo propósito. Un propósito que es mitad fantasía y mitad catarsis. No son películas políticas, todo lo contrario, son películas que sirven para complacer y dar gusto a cierta hambre de escapismo, además del efecto catártico producto de vivir en grandes ciudades, en las que el ciudadano se siente desprotegido en ocasiones. Pero la gran diferencia entre los westerns y las películas de justicia vigilante es que normalmente al protagonista de las segundas se le retrata como a una persona mentalmente inestable, mientras que el protagonista de las primeras es retratado como un héroe.

Fijémonos en Paul Kersey, el arquitecto convertido en justiciero al que dio vida el pétreo Charles Bronson. Al inicio de El justiciero de la ciudad es representado como un hombre pacífico al que no le gustan las armas y que cree que la delincuencia es causa de la pobreza y la desigualdad social. La cosa cambia, claro, cuando su familia es atacada: su esposa es asesinada y su hija violada. Al ver que los culpables quedan libres, poco a poco alimentará la idea de encargarse él mismo de los culpables. De paso, empezará a limpiar la ciudad de criminales.

Hay varios detalles que hacen esta película más interesante de lo que aquellos que la critican (muchos apostaría que sin haberla visto) dan a entender. Primero de todo hay que ser consciente del momento en que esta película fue producida en Estados Unidos, en un periodo histórico donde los índices de criminalidad eran muy altos, especialmente en la ciudad de Nueva York, que parecía casi el infierno en la Tierra (algo que explotó muy bien John Carpenter en 1997: Rescate en Nueva York (Escape from New York, 1981)). Por lo tanto, se ha de entender que en aquel momento había una sensación generalizada de inseguridad que hizo que ésta película fuera un éxito, así como las imitaciones y secuelas oficiales que la siguieron.

Sin embargo, lo que creo resulta más interesante que el aspecto social del film es la manera en que se caracteriza a Kersey y el arco que experimenta su personaje. Presentado en un principio como un liberal contrario a las armas, realiza un viaje a Texas, representada de manera que parece que sigue anclada en el Salvaje Oeste, y allí se le empieza a educar en el amor a las armas. Así, en un principio inseguro, poco a poco se le ve seducido por el poder que parece transmitir el tener un arma en la mano. Esta seducción y la manera en que se ve atraído por el arma hacen que el ataque a su familia parezca más una excusa que el motivo real por el que se lanza en su afán justiciero. Kersey le empieza a coger el gusto a matar gente y empieza a provocar situaciones que le permitan disparar a quien se le ponga por delante.

Como haría más tarde la interesante Ángel de venganza (Ms. 45, Abel Ferrara, 1981), en El justiciero de la ciudad su protagonista es representado como un psicópata. Una persona que tras experimentar lo que es matar a un ser humano, simplemente no puede parar. Por suerte para el resto de mortales, el objetivo de Kersey son los criminales. Así, Kersey se gana la simpatía de los ciudadanos de Nueva York mientras la policía trata de detenerle. Pero, ¿se gana las simpatías del espectador?

La película dirigida por Michael Winner parece oscilar entre convertir a Kersey en un héroe y criticar lo que hace. Esto me hace pensar que a Winner le daba bastante igual una cosa u otra y lo único que le interesaba era hacer una película entretenida. Brian Garfield, el autor de la novela en que se basa la película, declaró que la había escrito como un alegato contra la pena de muerte y que quedó horrorizado por la adaptación cinematográfica.

Teniendo en cuenta estas dos perspectivas, he de decir que como espectador Kersey tiene mis simpatías, aunque eso no quiera decir que no me parezca un psicópata, y las tiene porque este film me parece divertido. No me gusta porque esté a favor de la pena de muerte (no lo estoy, me parece abominable que haya gobiernos que la apliquen) ni porque crea que todos los criminales son escoria (no lo creo), me gusta porque es divertida. Es una ficción inofensiva que me permite vivir durante 90 minutos en un mundo de fantasía en el que un pirado se va cargando criminales de manera impune. ¿Quiere eso decir que tengo un sentido del humor enfermizo? Posiblemente, ya que también disfruto con otras películas del estilo como El exterminador (The Exterminator, James Glickenhaus, 1980).

Moralmente hablando, me parece más reprobable un film como Pretty Woman (Garry Marshall, 1990), con su exaltación del materialismo y su idealización de la prostitución, que una fantasía catártica como El justiciero de la ciudad. Pero me encantaría saber vuestra opinión al respecto.

13 comentarios:

Luis Cifer dijo...

Pues comparto tu opinión, hay muchas otras películas de mensaje pseudo-fascista que me parecen incluso más peligrosas que death wish. Pretty woman es una basura, y encima hace apología del capitalismo, el consumismo y la prostitución. Fue todo un éxito, así de tonto es este mundo.

Dr. Gonzo dijo...

A mi esta clase de personajes siempre me han caído simpáticos, y no termino de verlos como simples psicópatas (excepto a Travis, de Taxi Driver), porque ¿qué hay más humano que querer pegarle un tiro al asesino de tu familia? Eso no es fascismo, como dicen algunos santurrones, es justicia.
Batman es otro personaje que ha sido tachado de fascista, y Punisher también, pero ¿qué tiene de malo darle su merecido a los malos? Porque si eso es ser fascista, entonces yo también lo soy, porque cada vez que un cani se me acerca chuleando para pedirme un euro, mis ganas de sacar una pistola y volarle las rodillas son casi incontrolables jaja

El vigilante urbano no debe ser visto como un "fascita" o como un simple desequilibrado mental (aunque de estos también hay, claro), sino como un héroe sin poderes. Un tipo que tras un acontecimiento traumático decide luchar como buenamente puede contra el crímen. A mí eso no me parece fascista ni mucho menos.

Claro que esto es como todo, hay opiniones para todos los gustos, y yo mismo tengo conocidos que detestan esta clase de personajes y de actitudes justicieras, pero no estoy de acuerdo en nada de lo que dicen ni en los argumentos que me dan. Si un juez se equivoca y deja en libertad a un indeseable que ha dañado a tus seres queridos o a tí mismo ¿por qué no echarle cojones y ajustarle las cuentas con un bate de beisbol? Yo lo veo de lo más lógico y justificable.

Raúl Calvo dijo...

Luis Cifer, me parece increíble que todavía sea éxito de audiencia cada vez que echan por la tele Pretty Woman. Realmente este es un sitio extraño.

Dr. Gonzo, hombre, dentro de la ficción no me parece mal el personaje del justiciero. Todo el género de superhéroes, empezando por el Llanero Solitario, se basan en ese concepto. Pero no es algo que apruebe en el "mundo real", como esos grupos justicieros que existen en Estados Unidos. El poder corrompe y es fácil que una vez un grupo implante la ley, decida crear su propia ley. Tal vez dependa del carácter de cada uno. A mi me atracaron una vez, viviendo en Barcelona es natural, pero no me encegó una furia contra el atracador ni me inundaron sentimientos de venganza. Como no interfirió en mi plan de dominación global para someter a toda la humanidad, pues lo dejé correr.

ethan dijo...

Esta peli no la recuerdo bien, pero sí una secuela donde el personaje acude a otra ciudad para ayudar a un amigo al que no le dejan vivir en paz una banda de macarras. La peli es bastante mala, pero divierte por momentos. Charles Bronson creó un personaje con esta saga muy reconocible, pero la verdad es que la calidad de las cintas no va más allá que la realización de escenas violentas con mayor o menor fortuna, con elipsis muy mal llevadas, bruscas, casi sin sentido. Bueno es mi opinión.
Saludos, me pasaré por aquí!

Einer dijo...

A mí me encanta Pretty Woman y siempre que la veo lloro como la primera vez. Ojala viniera Richard Gere a buscarme a mí.

Vayamos con el post. Lo primero que me ha sorprendido es que digas que no has escuchado a nadie calificar de fascista El jinete pálido. ¿Es coña? Pero si le han dado palos por esa peli a diestro y siniestro, cosa que no entiendo. Aunque, bueno, en aquella época todo lo que hacía Clint era tildado de fascista.

La saga de Death Wish exalta claramente la violencia y el uso de las armas pero llamarla fascista es ser lo suficientemente ignorante como para tomarse su mensaje en serio y no darse cuenta que es un mero producto de entretenimiento. Entiendo que haya gente que no le guste porque es violenta o porque le aburra o por lo que sea, pero tacharla de fascista y no disfrutarla por eso (o decir que no la disfrutaste cuando sí, que también los hay) creo que es (aquí iba un insulto pero mejor no) pecar de sobreanalisis.

Y hoy en día es peor, estamos tan inundados de corrección política y de buenismo que existe un miedo atroz a mostrar en una peli un tío que le da una hostia a una tía, a un negro, a un gay,... por el temor a ofender a alguna minoría. ¿Y que pasa conmigo? Porque a mí me ofende que en una peli se corten esas cosas por miedo al qué dirán. ¿Se han olvidado de que es cine? ¿Se han olvidado de que cada día hay tíos que matan a sus mujeres?

Anoche estuve viendo El hombre tranquilo y en la escena en la que John Wayne arrastra a Maureen durante diez kilómetros y le da una patada en el culo me producía un buen descojone, pero no, somos unos depravados y John Wayne y John Ford son unos fachas que maltratan a sus mujeres. Qué estrechez de miras.

La que comenta Ethan es la tercera parte y tiene un detallito que me encanta. Charlie sale de casa con una cámara de fotos para disimular (qué pillo) y cuando se la roban, zasca, tiro por la espalda y todos los vecinos le vitorean como el gran héroe del barrio que es. Obviamente es una situación muy habitual, todos los fachas matamos gente a diario por la espalda.

Lo de Pretty Woman va en serio, podéis reíros. ¡Ay, ese Richard!

Raúl Calvo dijo...

ethan, tienes razón que a medida que se fueron haciendo secuelas, fueron perdiendo calidad una tras otra llegando a la autoparodia.

Einer, creo que el problema es que el cine es un espejo de la sociedad, y la mayoría parece empeñada en querer cambiar el espejo cuando ve algo reflejado que no le gusta en lugar de aquello que se refleja.

Mario dijo...

Escribí un mensaje extenso y no sé si se envió, segunda vez que me pasa en el día, en otra bitácora, por si acaso escribo un nuevo comentario sino que quede el primero, decir que hay que saber diferenciar entre entretenimiento y pragmatismo, mientras no se cometa delito -hablando básicamente- el arte tiene el campo abierto, ahí está todo, cierto que el cine como medio de comunicación masivo influencia, pero si nos ponemos restrictivos cuantas limitaciones tendría la creatividad, hasta donde se llegaría para crear un "ambiente seguro", porque los mensajes subliminales y accidentales llegarían por otro medio ya que igual no se puede evitar la incomprensión o el no procesar un tema adecuadamente, y cierto que pretty woman visto realmente deja de ser romántico pero es la fantasía que se apodera de la cámara, al final son solo películas comerciales de poca reflexión, la salida a todo ello sería enseñar en los colegios la diferencia entre arte y mundo. Un abrazo.

Mario.

Mario dijo...

Ya veo que no, pensé que había que aceptar los mensajes por moderación, que mala memoria la mía. Un abrazo.

Mario.

Raúl Calvo dijo...

Mario, estoy bastante de acuerdo con lo que dices. Sólo mencioné Pretty Woman como ejemplo de que puestos a moralizar, hay otras cosas peores que esta película. Claro, mientras quede dentro de la fantasía, la libertad debe ser total.

HAPLO dijo...

Completamente de acuerdo con lo de Pretty woman (creo que a ella se debe mi problema con la prostitución).
Con respecto a la peli del post lo que más "gracia" me ha hecho es la decepción del escritor del libro. Pero como opinión personal he de decir que en la única ley que creo es la del Talión.
Aquí no estamos hablando de un atraco, joer que se cargan a tu familia!! Sí, supongo que "amor a las armas" es una manera de interpretarlo, pero es que con las manos es más trabajoso :)
No acepto la pena de muerte como a ti te pasa, pero es más por la pésima efectividad de la justicia. Y es comprensible que no podemos impartir justicia a nuestro antojo, porque se iría todo de las manos, pero eso no quita que piense como pienso.
Y esto no es fascismo.
En fin, que me la tomo más como una peli entretenida más.

Raúl Calvo dijo...

Hombre, la ley del Talión estaba bien hace mil años. Ahora sería más conflictiva. Si un caso ya lo hablaremos entre partidas de Wiiiii.

Evil E. dijo...

Yo personalmente, aunque soy fan de "Harry El Sucio" o del "Dark Knight" de Frank Miller, ambas tachadas de "fascistas", no negaré que me sentí incomodo con alguna escena que otra de "Death Wish". Eso de que el personaje de Bronson fuera asesinando a rateros por la espalda para despues ser aclamado como un heroe por la comunidad como que no puedo sentirme identificado. Con eso tampoco quiero decir que no haya que limpiar la calle delincuentes con todo el peso de la ley.
Bronson tenia una gran carrera hasta aquel entonces y despues del exito del "Justiciero" el hombre quedo encasillado y su carrera se fue a pique, al menos en lo artistico.
Me alegro que hayas disfrutado el libro.

Un saludo

Raúl Calvo dijo...

Como digo, en la película es bastante ambiguo si te tienes que sentir identificado o no con el personaje de Bronson, ya que en ocasiones lo pinta como un héroe y en otras como un psicópata. En todo caso yo me divierto con la peli pero en absoluto me identifico con el personaje. Por otro lado, tienes razón que a partir de esta peli la carrera de Bronson quedó encallada, protagonizando productos cada vez más vergonzantes en el mismo estilo que ésta.