6 jun 2012

¿Puede la pornografía ser arte?


Muchas veces hemos leído en el periódico o visto en el informativo (por lo menos cuando todavía eran informativos) que tal o cual exposición de arte ha provocado mucha polémica y ha sido considerada pornográfica por algún sector, normalmente conservador. Pero dejando de lado la frontera entre arte y pornografía, que depende siempre del ojo del que mira, ¿es posible utilizar pornografía para crear obras de arte? ¿Con auténtica pornografía crear auténtico arte?

Eso parece ser lo que intentan hacer los responsables del proyecto Destricted, que desde el 2006 recoge cortometrajes de prestigiosos cineastas y artistas independientes y alternativos en los cuales estos ofrecen su visión del sexo y la pornografía. De entre todos estos cortometrajes, algunos increíblemente aburridos, destaca Impaled de Larry Clark.

El director de Kids (1995) y Ken Park (2002) nos ofrece una obra que es a un tiempo provocativa, deprimente y perturbadora, además de crear interesantes reflexiones. El corto se inicia con una serie de entrevistas a más o menos jóvenes chicos que se presentan al casting anunciado por Clark. Son chicos normales y corrientes, los cuales responden de forma franca las preguntas de Clark, ofreciendo un panorama que me pareció bastante deprimente.

Una de las cosas que me llamó la atención es que muchos responden a las preguntas como si estuvieran anestesiados, hablando con indiferencia sobre sus experiencias personales, casi como si les hubiesen sucedido a otra persona. Lo siguiente es que muestran una asombrosa carencia de imaginación, todo lo que les gusta hacer (todos desean, por ejemplo, practicar el sexo anal, con una chica por supuesto) son cosas que imitan de las películas porno. Especialmente el aspecto de las chicas. Además, casi todos se afeitan el vello púbico a imitación de lo que han visto en las porno. Otra cosa que me dejó algo descolocado, aunque tal vez se trate simplemente de mis prejuicios, es que todos ven como algo sexy que les pone el hecho de eyacular en la cara de sus amantes. De nuevo, a imitación de lo que han visto en las películas porno. Uno dice que lo prefiere porque no quiere arriesgarse a dejar a la chica embarazada, el uso de preservativos ni se les pasa por la cabeza, algo que hoy en día es bastante peligroso y no sólo por los posibles embarazados no deseados.

Acabadas las entrevistas, Clark escoge a un chico de delgado y peinado a lo emo y se pasa a la segunda parte que consiste en entrevistar a las candidatas a hacer una escena de sexo con el chico. Aquí surgen momentos perturbadores, como una de las candidatas que cuenta que perdió la virginidad a los 12 años, "oh, era un tío cualquiera" responde a la pregunta de con quién lo hizo. Otra candidata cuenta que se metió en el mundo del porno para pagar las facturas ya que tenía tres hijos y no le llegaba el dinero "pero ya no tengo a los críos y lo sigo haciendo, así que..." concluye. Aunque hay que destacar que mientras los chicos parecían aturdidos y no muy en contacto con su vida interior (en caso de tenerla), las entrevistadas parecen mucho más abiertas y simpáticas, relajadas como si estuvieran hablando tranquilamente en un bar, a pesar de la nota de desesperación que parece subrayar las declaraciones de una de las candidatas que ha cumplido cuarenta años. Una comenta como muchas y muchos actrices y actores porno caen en la drogadicción y otros problemas porque a lo mejor una se pasa mucho tiempo trabajando y de repente hay un parón, nada que hacer y dinero que gastar, mostrando cierta visión sobre su mundo nada disfrazada de fantasía.

Sin embargo, a pesar de que la actitud de las entrevistadas podría hacer este segmento más llevadero, Clark no deja de meter elementos que incomodan al espectador. Durante las entrevistas de las candidatas está presente el chico elegido y es él el que hace las preguntas y el que escogerá a la chica con la que hará la escena porno. Durante el proceso, vemos al chico tímido e incómodo, mezclado con la excitación de que lo hará con una de esas candidatas. Además, a pesar de lo sanas (psicológicamente, quiero decir) que parecen la mayoría, se nos presentan indicios aquí y allá que nos sugieren que tal vez la procesión va por dentro.

Finalmente llega la escena de sexo cuya intención parece ser desglamourizar o deconstruir la pornografía, nunca excitar. Se pasa rápidamente por toda la acción principal, con rápidos cortes, y sólo se detiene a observar detenidamente cuando sufren un "accidente" durante la escena de sexo anal y paran para limpiarse. La intención parecer ser destruir todo elemento de fantasía que pudiera tener el espectador sobre el cine porno.

Para responder la pregunta del inicio, sí, creo que se pude hacer arte usando la pornografía. Por lo menos Larry Clark lo ha hecho.

4 comentarios:

Roy dijo...

Yo creo que dejo de serlo cuando se retiró Tracy Lords.

Saludos
Roy

Javier Simpson dijo...

El imperio de los sentidos tiene pornografía, no mucha, pero la tiene, y a mi me parece una muy buena peli. Hablas de Larry Clark; de este director vi otra (ahora no me acuerdo del título. Ya te lo diré después si me acuerdo) que tiene algo de pornografía y tiene un toque. Por cierto, interesante lo que hace Clark aquí.
Otra cosa es la pornografía por la pornografía sin más objeto que mostrar sexo sin ningún tipo de aliciente (únicamente el primitivo). Lo erótico es lo interesante en este caso.

Un saludo, Raül. Buena entrada.

Raúl Calvo dijo...

Roy, no creo que fuera ése el arte al que me refería...

Javier, sí que hay muchos cineastas que han utilizado el sexo como herramienta artística, como hicieron, aparte de los que comentas, Bertolucci y Croneneberg (aunque estos nunca llegaron a lo explícito). La cuestión entonces es si se hace pornografía cómo fin o si se utiliza como vehiculo para algo más profundo o interesante.

Javier Simpson dijo...

Bueno, para mí no hay pornografía si lo que se muestra no es explícito. Normalmente la pornografía se usa como fin último: provocar una reacción instintiva sexual, supongo; aunque pueda haber pornografía como vehículo para contar una historia en la que puede encajar, como ocurría en El imperio de los sentidos; en ésta, sin embargo, no se abusaba para nada de lo explícito, cosa que sí se hace normalmente la pornografía.