19 ago 2013

El imperio de las hormigas (Empire of the Ants)


Creo yo que si hay unos insectos que se merecen tener un imperio, esos son las hormigas. Al parecer no soy el único que lo cree, en 1977 se estrenaba El imperio de las hormigas (Empire of the Ants, Bert I. Gordon), donde Míster B.I.G. nos ofreció su última película de bichos gigantescos.

Si hablamos de hormigas gigantes, no hay discusión de que la mejor película sobre el tema es La humanidad en peligro (Them!, Gordon Douglas, 1954), pero esta película se coloca fácilmente en segunda posición. Tras "adaptar" con éxito un relato de H. G. Wells en El alimento de los dioses (The Food of the Gods, 1976), Gordon se puso al frente de otra "adaptación" de un relato de Wells (¿Por qué las comillas? Porque las películas no tenían nada que ver con los relatos que supuestamente adaptaban, una táctica que el productor Samuel Z. Arkoff ya había empleado anteriormente aprovechando el éxito de las adaptaciones de relatos de Edgr Allan Poe que dirigió Roger Corman).

Esta película me gusta por diversos motivos, ninguno de ellos relacionado con su calidad cinematográfica. Para empezar: hormigas gigantes. ¿Qué tienen los insectos gigantescos que me atraen tanto? ¿Tal vez que soy un urbanita de toda la vida y cualquier cosa relacionada con la naturaleza ya me parece arcana y oscura y misteriosa? No lo sé, pero cuando tenía doce años este tipo de pelis me encantaban y todavía me gustan hoy día. Es una película que, además, resulta deliciosamente anacrónica. En los 70 el terror y la ciencia ficción se encontraban en un periodo nihilista y oscuro, salvaje y crudo. Por supuesto, el éxito de Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975) había generado una corriente de títulos pertenecientes al subgénero del terror animal, pero los bichos gigantes eran más bien cosa del pasado.

El hecho de que su argumento resultara anticuado ya en 1977 hace que los toques contemporáneos resulten más llamativos, como las alusiones a la vida sexual de los personajes, un intento de violación y las sangrientas muertes. Pero, que no se alarme nadie, porque a pesar de todo ello es una película apta para todos los públicos (por lo menos lo era entonces).

Otro aspecto que me resulta atractivo es la forma en la que justifican la aparición de las hormigas gigantes: desechos tóxicos lanzados de forma ilegal, las hormigas se contaminan y se vuelven gigantescas. Lo que sería bastante normal (quiero decir, normal en este tipo de películas) si no fuera porque la contaminación y el "gigantamiento" (no, esta palabra no existe) se produce en cuestión de ¡horas! En otras palabras, les da igual justificar su aparición o que tenga cualquier verosimilitud: la cuestión es que las hormigas gigantes aparezcan lo más rápido posible.

Pero lo que resulta más interesante de El imperio de las hormigas es su segunda mitad. Mientras la primera parte nos ofrece la habitual historia de supervivencia contra la amenaza que sea, la segunda mitad nos presenta a las hormigas controlando toda una ciudad. Es esta segunda mitad la que para mí hace esta película memorable.

Aunque si eres como yo, solo necesitabas saber que había hormigas gigantes para querer verla.

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