27 ago 2014

I Declare War

No sé la razón de que todavía me asombre que películas tan interesantes y absorbentes como I Declare War (Jason Lapeyre, Robert Wilson, 2012) queden inéditas en las pantallas de cine de nuestro país, dejando de lado algún pase trasnochado en algún festival de cine. Por lo menos, espero que con este artículo la película gane unos cuantos espectadores más, porque se merece ser vista.

Es otro día de verano y otro día de jugar a la guerra en el bosque. El juego de hoy, sin embargo, no va a ser como los demás. El general P. K. Sullivan (Gage Munroe) ha ganado todas y cada una de las guerras que han hecho hasta ahora, pero por primera vez se enfrenta a un rival que sabe lo que hace (ha leído libros y juega al ajedrez): el general Quinn Wilson (Aidan Gouveia). Pero el general Quinn tampoco lo tiene fácil, ya que uno de sus soldados, Skinner (Michael Friend), tiene su propia agenda en lo que respecta al juego. Transformando con su imaginación simples juguetes en terribles armas de precisión, los niños llenarán el bosque de sangre en un juego de la guerra que poco a poco se irá transformando en algo mucho más serio.

I Declare War es un film que funciona a distintos niveles y está abierto a diversas interpretaciones. Primero tenemos la alegoría antibélica. Los niños juegan a la guerra en un reflejo de lo que han visto en películas y la televisión, lo que sirve como alegoría de lo absurdo de los conflictos bélicos. La escena en que Skinner tortura a Paul Kwon (Siam Yu), el mejor amigo de su rival P. K., recuerda los escándalos de torturas en prisiones americanas en Irak.

El film también explora el cine bélico, mostrando los tópicos del género desde la perspectiva de unos niños que repiten de forma inconsciente lo que han visto en películas. De hecho, P. K. ha visto varias veces Patton (Franklin J. Schaffner, 1970) como guía para ser un gran general. Otros deciden transformarse en personajes del género, como Caleb (Kolton Stewart) que, junto a su perro Sombra, se transforma en un silencioso guerrero.

Pero lo que hace tan absorbente el film es la propia historia de los niños. Son niños de 12-13 años que se encuentran en las puertas de la adolescencia y que pronto dejarán atrás el mundo de la niñez. Jessica (Mackenzie Munro) se mete en el juego de la guerra porque le gusta Quinn, e intenta usar sus "armas de mujer" para confundir a los chicos y ganar para Quinn, provocando tensiones entre los chicos. P. K. y su obsesión por ganar a cualquier precio. Skinner y su sed de sangre alimentada por sus deseos de venganza. El film está lleno de conflictos que se ven agravados a medida que avanza la contienda. Es aquí donde normalmente mencionaría El señor de las moscas, el gran clásico de William Golding, pero aunque a primera vista parecen tener puntos de contacto, son dos obras muy distintas.

El señor de las moscas trata sobre lo frágil y fina que es la capa de civilización que nos cubre, relatando la historia de unos muchachos que, tras un naufragio, van a parar a una isla desierta y allí desarrollan una brutal y salvaje sociedad. I Declare War representa a los niños tal y como son, con su mezcla de crueldad e inocencia, y no pretende que sean otra cosa que lo que son. Y es aquí donde radica el interés, porque muchos de los conflictos a los que se enfrentan no desaparecerán al llegar a la adolescencia, en muchos casos se agravaran. La forma en que se enfrentan a estos conflictos ahora refleja la forma en que lo harán en el futuro.

En cualquier caso, todo esto es simplemente para decir que creo que I Declare War es una gran película que recomiendo a todo el mundo. Una película compleja pero que cuenta una historia sencilla y eterna, además de ser muy divertido y entretenido.


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