23 mar 2017

La conquista de la tierra perdida (Conquest)


Lucio Fulci dirige la delirante La conquista de la tierra perdida (Conquest, 1983), una película de espada y brujería que no se parece a ninguna otra película de espada y brujería.

Ilias (Andrea Occhipinti) sale de su hogar (¿en otra dimensión? ¿en el hogar de los dioses? No se especifica y con esta película cualquier cosa es posible) para viajar por la tierra y correr aventuras. El mundo se encuentra bajo el dominio de la malvada Ocron (Sabrina Sellers) y su ejército de hombres bestia. Ocron descubre que Ilias viaja con una poderosa arma: un arco, así que manda a sus hombres conseguirla. Pero fallan, ya que Ilias ha trabado amistad con Mace (Jorge Rivero), un vagabundo luchador amigo de los animales. Ambos se aliarán para acabar con el reinado de Ocron.

Esta coproducción entre Italia, España y México se rodó para aprovechar el nuevo interés por el género de la fantasía, nacido a raíz del éxito de Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982). El film muestra influencias del clásico de John Milius y también de El señor de las bestias (The Beastmaster, Don Coscarelli, 1982). Sin embargo, los guionistas parece que obtuvieron sus principales referentes e influencias de revistas de cómics como Heavy Metal y Cimoc, ya que su demencial narrativa y las imágenes que pueblan la película parecen pertenecer más a la fantasía de estilo europeo que la de estilo americano.

Fulci parece que estaba bastante excitado por la posibilidad de rodar un film de fantasía que le diese un descanso de las películas de terror en las que se había encontrado encasillado. Pero el gore y la violencia que caracterizaban sus películas anteriores también se encuentra aquí presente. Sin embargo, Conquest destaca por su naturaleza imprevisible. La historia que cuenta se aleja tanto de cualquier aventura del género en el modo de narrarse que uno se lleva sorpresa tras sorpresa. Así, nos encontramos escenas en la que nuestros héroes asesinan a sangre fría a un inocente viajero para robarle la comida y probar el arco y otras en la que una mujer es partida en dos por los hombres bestia.

Es puro delirio, una psicotrónica fantasía que resulta aún más ojiplática por el simple hecho de que la intención de los cineastas era hacer algo muy comercial, pero lo que les salió es algo que parece cine experimental o la alucinación de un adolescente en plena revolución hormonal. Es decir, el tipo de film fantástico que solo podía ofrecer Lucio Fulci.


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